En psicopedagogía, «formación» se define como el proceso mediante el cual se adquieren conocimientos y se posibilita la integración de esos conocimientos a la vida de una persona. Una definición bastante generalista, que precisa muchos matices.
En nuestro país, si hablamos de «formación» relacionada con la obtención de competencias profesionales, el término se complica, no por su valor semántico, sino por su adscripción a distintos organismos públicos. Mal empezamos…
Hablamos de la «Formación Profesional«, tanto en el ámbito educativo como en el ámbito laboral:
- La Formación Profesional o FP, dependiente del Ministerio y Consejerías de Educación de las CCAA.
- La Formación Profesional para el Empleo o FPE dependiente del actual Ministerio de Empleo y Seguridad Social y las respectivas Consejerías donde se descentralizan estas competencias en las Comunidades Autónomas.
Veamos cómo se trata de abordar la innovación en ambos casos.
¿Cómo trata de innovar la FPE?
La Administración laboral a nivel estatal, concretamente el Servicio de Empleo Público Estatal, SEPE, incide en la reciente Ley de Reforma de la Formación para el empleo, que es necesario acelerar la adecuación de los programas de los certificados de profesionalidad y especialidades registradas en su catálogo oficial. ¿Podemos decir que ésto es innovación?
La lentitud de los mecanismos metodólógicos y administrativos establecidos para actualizar currículos y programas formativos, no pueden competir con la velocidad a la que se suceden los cambios en el entorno laboral actual. Estos cambios afectan no solo a los avances tecnológicos en las empresas, sino también a las competencias transversales que un trabajador necesita para trabajar en entornos colaborativos en una economía global, basada actualmente en el conocimiento, la información y la comunicación.
Además un trabajador, independientemente del sector donde quiera trabajar o formarse, necesita adquirir hoy en día, entre otras importantes competencias clave, una serie de competencias digitales que serán a corto plazo, sus herramientas de trabajo habituales.
El trabajador busca cursos que todavía no existen en el catálogo oficial del SEPE o está todavía en fase experimental, o no se ha desarrollado esa especialidad en una modalidad flexible como la teleformación,…. Y es que, insisto, la administración no tiene suficientes mecanismos para actuar con flexibilidad y agilidad cuando se trata de modificar y actualizar los currículos o programas formativos de los certificaciones de profesionalidad oficiales y las cualificaciones que acredita.
La realidad es que la Formación para el Empleo, se convierte, para un alto porcentaje de trabajadores con escasa cualificación, en una oportunidad de oro (en ocasiones su «última oportunidad») para adaptarse a un entorno laboral en constante cambio: ocupaciones emergentes, avances tecnológicos, nuevos procesos de trabajo, nuevos estilos de relación laboral, pero todo ello choca con la lentitud de actualización de cualificaciones y certificados de profesionalidad por parte de la administración laboral.
La nueva Ley de la Reforma de la FP, nombrada anteriormente (ahonda en reformar si, creando mecanismos de inspección y penalización para evitar el fraude de determinados centros de formación que encontraron en este subsistema un oportunidad de negocio). La ley habla también de fomentar la modalidad de teleformación,… si,pero no se incide en fomentar métodos innovadores y disruptivos de aprendizaje en las aulas(modalidad presencial) de formación para el empleo o de integrar la alfabetización digital en los cursos.
Si el objetivo es cualificar a trabajadores del s. XXI adaptados a las necesidades reales de las empresas, se tienen que buscar otras fórmulas de innovación:
- Las aulas deben convertirse en verdaderos espacios de aprendizaje para los alumnos y de comunicación con las empresas, antes incluso de realizar periodos de prácticas. Se tiene que acercar la realidad empresarial al alumno y experimentar la resolución de problemas reales y el aprendizaje colaborativo basado en proyectos (ABP), durante el desarrollo del curso. Las prácticas no laborales que realizan los alumnos resultan insuficientes, en ocasiones frustrantes y chocan con la realidad de las empresas que optan por formar directamente a los trabajadores cuando son contratados o recurren a formación privada. Con ello se crea cierta desconfianza en las programas formativos que financia y gestiona la administración laboral.
- Introducir el uso de dispositivos móviles en las aulas (ordenadores, portátiles, tablets o teléfonos móviles). Esto no debe confundirse con las aulas informáticas que conocemos hasta ahora, que fomentan el aprendizaje dirigido, individual y de manejo de software.
- Asegurar una óptima conectividad (acceso WIFI a Internet) en todos los espacios de aprendizaje del centro incluyendo talleres y espacios comunes, fomentando el aprendizaje ubicuo (en cualquier lugar,dispositivo
- Introducir metodologías disruptivas e innovadoras para utilizar los recursos tecnológicos en un ambiente de aprendizaje personalizado y colaborativo.
- Requerir y contratar docentes competentes en materia digital y metodologías innovadoras en las aulas.
¿Cómo innova la FP del sistema educativo?
Desde hace unos años viene produciéndose un movimiento de innovación en el ámbito educativo, tanto en Primaria y Secundaria, como en FP y las universidades, fomentado tanto por las administraciones públicas educativas, como por parte de docentes, primero como experiencias aisladas y luego en colectivos, asociaciones, comunidades y últimamente con programas específicos de actualización docente con financiación pública.
Esta intensa actividad se está traduciendo en iniciativas de formación tanto formal como informal en competencia digital docente, metodologías innovadoras, creación de repositorios de recursos didácticos (Procomún, Agrega ) y planes de centros experimentales TIC, incipiente introducción a la Robótica, etc.
No deja de ser curioso que en España, sea el sistema educativo el que se preocupe más del aprendizaje permanente (a lo largo de toda la vida) de los futuros trabajadores, que el propio sistema de Formación para el empleo, cuando los alumnos de la FPE no son los “futuros” sino los “actuales” trabajadores que deben insertarse de forma inmediata en empresas inmersas en la economía del conocimiento.
Ya va siendo hora que nos planteemos empezar realmente a innovar en “Formación profesional para el empleo”, ¿no les parece?